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Mariza  

Mariza

Best of

Warner

8,8

 

Fado

 

Eduardo Hojman

  

Mientras algunas ciudades ponen en riesgo su identidad reinventándose todo el tiempo a trompicones (y no es necesario mirar muy lejos para encontrar un buen ejemplo), Lisboa parece crecer sólo a partir de su tradición y su identidad, generando una atmósfera que le es única e inmediatamente identificable. Algo parecido ocurre con el fado: desde Amália Rodrigues, el fado tuvo cambios mayormente cosméticos, pero su esencia es la misma: una tristeza reconcentrada, profundamente melódica, y cargada de un ritmo europeo pero duro, con una especie de nostalgia por aquello inexplorado que está siempre al otro lado de un mar a la vez prometedor y asfixiante. Con esa receta tan terrenal, el fado es capaz de conmover como pocas otras músicas, quizá porque toda esa tristeza y esa nostalgia nunca suenan como añadidos exhibicionistas sino que empapan cada nota y cada acorde con su esencia.

 

Este “grandes éxitos” de Mariza, una cantante inmensa, cumple con todo eso: las mejores canciones de su recopilación son fado puro, y Mariza canta como si hablara, nada por las profundidades de una melodía aguda y cristalina, arrastra cada canción como un barco que se hace a esa mar tan cruel. Pero hay algo más que este disco rebela: cuando canta fado, Mariza conmueve hasta la proverbial piel de gallina, hasta el ardor en los ojos. Cuando canta otras cosas (incluso cuando canta un fado en castellano) todo suena más previsible, más “pop”, como la olvidable versión del standard de jazz “Smile”. ¿Hay cantantes que sólo crecen en su lengua natal? ¿Hay lenguas más adecuadas al canto que otras? ¿Existe una música más inextricablemente relacionada con el idioma, incluso con la versión local de ese idioma, que el fado? Este disco no responde; sólo genera más y mejores preguntas. Entre ellas, cuál esa raíz profunda, tan nuestra, que el fado, esa música completamente lejana para quien esto escribe, nos toca y nos revuelve.

 

Eduardo Hojman

Nació en Buenos Aires en un siglo en el que los diarios pedían las notas escritas a máquina y en hojas pautadas. La primera vez que llevó uno de sus artículos en un floppy disk sintió que el mundo había cambiado para siempre. Después de abandonar la carrera de Abogacía y de graduarse de licenciado en Ciencias de la Comunicación, colaboró en más medios gráficos de los que le gustaría acordarse. Entre ellos, los diarios Clarín, Nación, Página 12, Sur, ABC y las revistas Página 30, Cuadernos de Jazz, Jaç y Down Beat. Dirigió los programas radiales 70 Monos y Después de Hora en la Radio Municipal de Buenos Aires y Barcelona Jazz Bar en la radio Contrabanda de Barcelona. Es miembro intermitente de la Jazz Journalists Association. Trabajó como editor de ficción en Emecé Argentina y actualmente lo hace en Ediciones Urano.