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joakim  

Joakim

Tropics of love

Tigersushi

6

Indie house

Vidal Romero

 

Puede parecer un contrasentido, pero con Joakim casi siempre ha sucedido que su mayor virtud –esa extraña capacidad suya para mezclar varios géneros distintos en el corto espacio de una canción- es también su mayor defecto. Es una virtud, porque cuando tiene el día inspirado es capaz de encajar melodías de indie pop en el interior de ritmos house, salpimentar la mezcla con desvaríos ácidos, pespuntes de krautrock, algo de ruido y unas gotas de alquimia digital, y sacar adelante auténticos temazos, que son a la vez marcianos e irresistibles. Pero es también un defecto, porque muchas veces se le va la mano con alguno de los componentes –casi siempre el más experimental, eso es algo que también le honra– y termina por entregar canciones que hacen aguas por algún sitio, o que parecen montadas a partir de fragmentos inconexos.

 

De lo primero dan cuenta, sobre todo, las remezclas que ha producido para artistas tan dispares como Goldfrapp, Cut/Copy, Röyksopp, Charlotte Gainsbourg o Principles Of Geometry; una colección inacabable de hits, que bastaría para poner boca abajo cualquier pista de baile durante horas. Y para entender lo segundo basta con asomarse a cualquiera de sus discos: discos que siempre contienen algún hit incontestable, pero que parecen avanzar a trompicones; que parecen montados con prisas y sin demasiados miramientos, sin haber dedicado el tiempo suficiente a separar el grano de la paja. La única excepción a esta regla es el inmenso “Milky ways” (09), una  musculosa colección de canciones en la que se mezclan rock espacial, kraut y disco; en la que se mezclan instrumentos eléctricos, sintetizadores y ordenadores en prodigiosa armonía. Que ese sea el único disco que ha grabado junto a una banda “real” demuestra la paradoja del personaje: Joakim funciona mucho mejor cuando le toca manipular ideas ajenas o cuando tiene que trabajar junto a otros músicos, que cuando se encierra a solas en el estudio.

 

Su quinto disco, por desgracia, permanece fiel a esa tradición. Grabado en solitario en su nueva ciudad de residencia, Nueva York, con un equipo básicamente analógico, comprado a retales para la ocasión, “Tropics of love” es un álbum irregular, en el que conviven grandes canciones con grandes fiascos. Comienza bien, con una introducción de aire cósmico y vocación cinematográfica (“Chapter 1”), una deliciosa pista de pop ribeteada con arreglos de corte ochentero (“Bring your love”) y la voz de Luke Jenner, y “3laserfingers”, un collage de indie-house, con detallitos ácidos, que termina con un arreglo de piano que recuerda a Talk Talk. Hay más números ganadores: “This is my life”, que comienza esparciendo fragmentos de spoken word sobre una base ácida y asalvajada, para luego desenterrar un estribillo emocionante, y “RX777”, que con sus pianos de Chicago, sus coros encantados y sus cambios de intensidad (incluso se le perdonan esos arreglos de ocarina que aparecen en algún momento) recuerda al viejo Joakim. El problema es que luego hay cosas como “Each other”, un experimento r’n’b con voces en falsete y cajas de ritmo a 8 bits, que aquí se transforma en torch song y allí se deja inundar por oleadas ácidas, sin llegar a convencer en ningún momento. O como la insulsa “Heartbeats”, una balada que juega a ser Japan pero se queda en Spandau Ballet. O como esa extraña deriva hacia el soft rock setentero que aparece hacia el final, que comienza con los ritmos tropicales y las horribles líneas de saxo que atraviesan la muy indigesta “Man like moon”, y prosigue con una innecesaria versión del “On the beach” de Neil Young, que incluye voces vocoderizadas. Termina el disco con “Hero”, una pieza ambiental que se expande más allá de los diez minutos de bostezo puro, y uno echa cuentas de lo escuchado: cinco buenas canciones de un total de doce. Suficientes para un EP excelente, pero no para sostener un disco completo.

 

Vidal Romero

Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.

 

vidal@blisstopic.com