Juan Pablo Meneses
Vivir con las botas puestas
“Niños futbolistas” (Blackie Books, 13) es un libro singular y de lectura adictiva, donde el periodista chileno Juan Pablo Meneses relata un experimento de “periodismo cash”, que formula la escritura a partir de un ejercicio de consumo. El objetivo de sus páginas es encontrar un protagonista del libro: sondear césped y tierra, padres y representantes, hasta dar con el nuevo Messi. Comprar un niño futbolista prometedor para venderlo a un club europeo.
En el libro, queda muy claro que lo importante para estos chicos no es sólo “salir” de su entorno originario, sino “llegar” a esa promesa de un club profesional en Europa. ¿Qué es más frustrante para ellos, no salir nunca, o salir y no llegar?
Para ellos, como para todos, creo que lo más frustrante es no “salir” jamás. Nunca haber iniciado el viaje. Si uno no “llega”, pero alcanzó a “salir”, de alguna manera es morir con las botas puestas. Si uno nunca sale, eso es morir sin pena ni gloria.
Imagina que alguien te estuvo siguiendo, registrando tus pasos mientras tú veías los niños de campo en campo, hacías viajes, concertabas entrevistas… El ojeador ojeado. Si pudieras disponer de una grabación de vídeo con tus pesquisas para el libro, y editarla de alguna manera, ¿qué momento sería el que más anhelarías recuperar? ¿Cuál mostrarías orgulloso al público, y cual sería el que te costaría volver a ver?
El orgullo por algo que salió bien y la vergüenza por algo que salió mal son momentos muy potentes, de mucha carga, como para dejarlos fuera. En mis libros de “periodismo cash”, que trabajan en una lógica del tipo docu-reality, sería un desperdicio hacer una edición pudorosa. Me interesa que en mis libros aparezcan los momentos que me avergüenzan. Los episodios que borraría, que borro, son aquellos donde no pasa nada. Ayudaría al espectador eliminando los instantes muertos. Y esperaría lo mismo del video sobre mi trabajo.
Book tráiler “Niños futbolistas”
¿De donde sale el presupuesto para costear los viajes, encuentros y acciones de un libro como “Niños futbolistas”?
Una vez le preguntaron a Jorge Edwards, un escritor chileno que ganó el Cervantes, cuánto tardaba en escribir una columna. Y dijo: 45 minutos y 50 años de experiencia como escritor. Algo parecido ocurre con la forma en que financio mis viajes. Los financio con un adelanto y con más de 10 años escribiendo para importantes medios de América Latina.
Simplificando mucho, el objetivo de tu libro es encontrar un niño, un protagonista. Un niño futbolista prometedor que se pueda vender a un club europeo. En una obra anterior, “La vida de una vaca”, compraste un ternero, para seguir el proceso desde su primera semana de vida hasta que llegara a ser servido en un plato. ¿Tienes algunos candidatos en mente para un próximo experimento de “periodismo cash”?
El proyecto “periodismo cash” de consumo + escritura es una trilogía. Así ha sido pensado. Tal como dices, primero fue una vaca, ahora un niño futbolista y ya tengo una idea –adelantándome a cualquier editor loco- de lo que será la tercera entrega y final. No puedo adelantar qué es, pero de todas maneras estoy abierto a nuevas sugerencias que me puedan hacer cambiar de objetivo.
En un partido conceptual imaginado entre “el fútbol cuando empieza a rodar la bola” (el negocio mediático, el dinero generado por el público, las retransmisiones, los medios especializados) vs “el fútbol antes de que ruede el balón” (el negocio de inversión compraventa de promesas, los traspasos entre agentes), ¿quien metería más goles, si estos fueran millones de euros? ¿Habría un ganador claro, o sería un encuentro reñido?
Como en todo, gana lo que se ve. Lo que se conoce. Eso es lo que hace más goles. En el caso del fútbol: los partidos televisados, el negocio publicitario, los espectadores en el estadio. En el caso de la carne: ganan más las parrillas, los restaurantes, los supermercados. De hecho, esa es la razón que me ha llevado a escribir de lo que no se ve. Hay una parte en “Niños futbolistas” donde un abogado y agente de jugadores me advierte que me estoy metiendo en un negocio de altísimo riesgo, con muchas probabilidades de fracasar. Es lo que se llama el “capitalismo del milagro”, casi siempre destinado a perder. A diferencia de lo que se ve, del gran negocio que hay una vez que la bola corre, que no es otra cosa que el milagro del capitalismo.
¿Todos los nombres que hallamos en el libro son reales? De ser así, ¿has recibido represalias de alguna de las personas que aparecen en tu investigación? ¿Sigues pudiendo dar sus nombres, en este caso?
No hay ningún nombre falso en todo el libro. Hay personas que salen sin nombre, porque ellos lo pidieron, y eso queda consignado en el libro. No es de esos libros de no-fiction que dicen que “algunos nombres fueron cambiados”. Hasta ahora no he recibido represalias, pero tengo claro que esto recién comienza. Espero girar un tiempo largo, y por muchos países, con “Niños futbolistas”.
En tu libro no únicamente aparecen futbolistas poco conocidos. También hablas de otros famosos, como Farfán y Messi. Y, bueno, Alexis Sánchez . ¿Crees que lograrás enternecer a algunos culés recelosos de sus actuaciones, con esos relatos sobre sus primeros partidos en las canchas de Tocopilla, o imaginándolo disfrazado de Papá Noel y regalando regalos a los niños de su pueblo?
Me parece que ya están enternecidos, y por eso es probable que siga mucho tiempo en el club. Es realmente tierna la forma en que Alexis demuestra que está viviendo un sueño del chico latinoamericano de jugar en el Barca. Si hasta hizo olvidar su falta de gol.
¿Qué paradoja te resulta más poderosa, la de un país en crisis, donde cuántos más problemas, más fútbol necesita la gente, o la de un club grande que afianza su imagen sobre la importancia de los valores, mientras llena su cantera con niños pobres, provenientes de un negocio que se ha vuelto industrial?
Cada vez que hablaba con mi contacto en España, durante el desarrollo del libro, él me decía que me apurara, que comprara rápido al chico, que la crisis estaba cada vez más fuerte. La crisis económica española es un gran fantasma de “Niños futbolistas”. Un país que entre más problemas tiene, quiere más fútbol. Lo del Barcelona fue una sorpresa del viaje de dos años. Casi no hay niño futbolista en América Latina que no sueñe llegar al Barça. Y por otro lado, la institución se ha convertido en una gigantesca maquinaria que aspira chicos de todo el tercer mundo con tal de sacar una nueva perla. En los mismos años que el equipo llevó en su camiseta a la UNICEF, fueron perfeccionando una estructura casi perfecta que organiza campeonatos, concursos, campamentos, programas de tv, y todo lo imaginable para reclutar a los niños que pueden llegar a ser figuras. Y ahí entra la gran paradoja. A todos nos parece mal que nuestro equipo destierre a cientos y cientos de niños menores de edad de otros continentes, para ver si sale uno bueno. Pero, sin embargo, todos vamos a celebrar los goles de ese chico cuando triunfe. Y vamos a llorar de alegría con su gol, especialmente si el país está en crisis.
¿Causa más indigestión tratar con un padre que le niega el saludo a su hijo por fallar un penalti, o con un agente Fifa que sostiene que el fútbol no es un negocio mientras devora marisco a dos manos?
Lo del padre, más que indignación, es resignación pura. Mal que mal, una mayoría de padres exigen, presionan y hacen todo lo que puedan para sus hijos sean estrellas, en el fútbol o fuera de él. Indigna más lo del agente FIFA, y por dos razones. Primero, porque al decir que no es negocio, solamente estaba evitando que yo entrara en su mercado, en su nicho, en su mafia. Y segundo, porque esos mariscos que se devoró a dos manos los pagué yo.

Albert Fernández
En el desorden de los años, Albert Fernández ha escrito renglones torcidos en publicaciones como Mondo Sonoro, Guía del Ocio o Go Mag, tiempo en el que ha tenido oportunidad de ir de tapas con Frank Black o escuchar a Patrick Wolf bostezar por teléfono. Además, ha sido jefe de redacción de las secciones culturales de H Magazine, y ha aportado imaginación tras los micrófonos de Onda Cero, Cadena Ser y Scanner FM, donde facturó la sitcom musical de creación propia “2 Rooms”. Aunque sabe que no hay lugar mejor que aquel de donde viene, a Albert no le hubiera importado nacer en Gotham City o en el planeta Dagobah. Con tendencia a la hipérbole y a la imaginación desatada, Albert sigue buscando el acorde que dé la vuelta a sus días.
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