Menu
 

Daredevil: Chinatown

Charles Soule y Ron Garney

Panini

7

 

David Aliaga 

 

Que el calendario editorial de Marvel se mueva de acuerdo a sus franquicias cinematográficas y televisivas no es ninguna novedad y pese a las suspicacias que despierta, ya he escrito antes que, a menudo, esta política de publicaciones ha sido buena para los lectores. Sucedió con “Guardianes de la galaxia” y, recientemente, con “Daredevil”. Hasta que la serie producida por Netflix alcanzó un notable éxito de  crítica y audiencia, el justiciero ciego era un personaje desterrado de las librerías especializadas a excepción del mítico “Born again” y alguna novedad esporádica. Pero en mi última tarde de compras pude comprobar que junto con el último título publicado en la colección 100% Marvel, “Chinatown”, los tomos que recopilan la extensa etapa de Mark Waid al frente de la cabecera se habían hecho con un hueco notable y visible en las estanterías. Así que cual lector ovejil, capté el mensaje que me lanzaba Marvel de la mano de Netflix y me llevé “Chinatown” a casa pese a las malas opiniones que había leído en distintos foros y grupos de facebook sobre el trabajo de Charles Soule y Ron Garney.

 

           

En el aspecto visual, el cómic es una delicia. Garney concede el protagonismo al negro salpicándolo de granates y ocres que crean un entorno cromático sugerente que potencia el aire noir que tan bien le sienta a Daredevil y que, evocando a la etapa de Frank Miller, apacigua la animosidad de los lectores hardcore. En una decisión que parece moverse entre la voluntad de ofrecer una versión personal del personaje, el frankmillerismo y el guiño a los abonados de Netflix, el dibujante decide vestir al justiciero de negro. La apuesta no puede considerarse de riesgo, pese a la clara identificación de Daredevil con el rojo sangre, y es un pilar fundamental de la plástica y la ambientación con la que el dúo creativo ha querido marcar su paso por la cabecera. Junto con su capacidad para la narración visual y la habilidad para conceder expresividad y, sobre todo, energía a los protagonistas, los lápices de Garney hacen que este “Chinatown” sea un tebeo apetecible a primer golpe de vista y que se disfrute en su observación posterior.

 

Sin embargo, en esta ocasión, los guiones de Charles Soule palidecen en la comparación con la excelencia gráfica que los acompaña e incluso con algunos de sus trabajos previos. Hemos podido leer al escritor afirmar que ninguna cabecera como “Daredevil” se ajustaba a su sensibilidad y sus capacidades y que cuando le concedieron afrontaba “una responsabilidad y un reto” que atendiendo a su trayectoria cabía esperar que solventase con mayor acierto.

 

 

El lector que proviene de la etapa de Waid se encuentra con un salto temporal y un cambio de escenario –Daredevil se había visto forzado a trasladarse a San Francisco y ahora vuelve a aparecer en Nueva York– que adeuda algunas explicaciones que no son dadas. La más grave: en las etapas de Bendis y Waid la identidad de Daredevil había sido revelada públicamente y, ahora, parece que sólo su viejo amigo Foggy Nelson recuerda que Matt Murdock es un justiciero enmascarado. Personalmente, me resultan más interesantes las situaciones que resultan del hecho que el superhéroe deba ocultar su identidad a su entorno y a la sociedad, pero comprendo que quienes han estado en los últimos años leyendo la cabecera exijan alguna explicación y no que guionista y editores esperen de ellos que imaginen que Will Smith se paseó por Nueva York en traje de Men in Black borrando la memoria de los knickerbokers.

 

Con Soule, Murdock vuelve a su ciudad para ejercer como fiscal en lugar de como abogado y, en lugar de La cocina del infierno, esta vez la acción se centrará en Chinatown. El barrio asiático de la Gran Manzana sirve para poner en juego un entorno de pobreza e inmigración que, vestido con sedas y nieblas chinas, resulta un buen escenario en el que ver desenvolverse al hombre sin miedo.

 

 

Otra de las innovaciones de Soule es Punto Ciego, un joven inmigrante chino al que Daredevil acogerá como su pupilo. Juntos harán frente a un criminal llamado Diez Dedos que ha erigido una iglesia en Chinatown como método para enriquecerse explotando la necesidad de los vecinos del barrio y que, además, tiene algo que ver con La Mano y con la madre de Punto Ciego. El juego es el de siempre: DD persigue a sus enemigos en los callejones y en los juzgados. El punto de partida me parece tentador, pero la relación que se establece entre Murdock y su discípulo y la falta de carisma del villano desbravan el interés sobre la batalla que la justicia debe librar con el crimen en este primer arco argumental.

 

“Chinatown” es una historia que resulta más insulsa por lo mucho que prometen sus ingredientes que porque realmente carezca de interés y que irrita porque borra sin explicaciones el contexto que Wade y Bendis construyeron, no porque sea una narración infumable. Desde luego, no es “Born again”, pero ahí están los dibujos de Ron Garney para salvar el tomo, proporcionarnos gozo y ofrecernos un argumento que nos explique porqué hemos pagado 13,50 euros por el libro.

David Aliaga

David Aliaga es escritor y periodista especializado en literatura contemporánea. Ha publicado la novela breve Hielo (Paralelo Sur, 2014) y el libro de relatos "Inercia gris" (Base, 2013), algunos de cuyos cuentos han sido incluidos en las antologías "Cuentos engranados" (TransBooks, 2013) y "Madrid, Nebraska" (Bartleby, 2014). En su faceta académica destaca el ensayo "Los fantasmas de Dickens" (Base, 2012), un estudio sobre lo sobrenatural en la obra del inglés. Ha traducido al catalán a Dickens y Wilde. Es colaborador habitual de Quimera, Qué leer y Blisstopic.