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2017 ha sido un año nefasto para casi todo el mundo, pero musicalmente es superior al anterior 2016. Sera cierto aquello que en años de crisis la cultura da un paso adelante. Años especialmente dulce en tres aspectos: ha sido femenino, ha sido electrónico y ha sido mutante. Cada vez queda menos de los estilos puros y hasta nuestros redactores más rockeros votan propuestas más cercanas a la electrónica. Pero, sobre todo, ha sido femenino, con cuatro propuestas muy personales y dispares entre los diez primeros discos. Dos de ellas coronando los dos primeros puestos de esta pequeña lista de veinte discos. No nos hacen falta listas kilométricas para meterlo todo. Pasen y vean: los mejores discos internacionales de 2017.

 

 

20

Arca

Arca

XL Recordings

 

 

 

19

Vince Staples

Big Fish Theory

Def Jam

 

 

 

18

Dorian Wood

Xalá

Atonal

 

 

 

17

Karen Gwyer

Rembo

Don’t Be Afraid

 

 

 

16

Jlin

Black Origami

Planet Mu

 

 

 

15

Ariel Pink

Dedicated to Bobby Jameson

Mexican Summer

 

 

 

14

James Holden & The Animal Spirits

The Animal Spirits

Border Community

 

 

 

13

Cigarretes After Sex

Cigarretes After Sex

Partisan

 

 

 

12

Thundercat

Drunk

Brainfeeder

 

 

 

11

King Krule

The Ooz

True Panther

 

 

 

10

Hurray for the Riff Raff

The Navigator

ATO

 

 

 

09

Kettenkarussell

Insecurity Guard

Giegling

 

 

 

08

Lorde

Melodrama

Lava

 

 

 

07

Run The Jewels

RTJ3

Run The Jewels INC

 

 

 

06

Mount Kimbie

Love what survive

Warp

 

 

 

05

Kendrick Lamar

DAMN.

Top Dawg

 

 

 

04

Bicep

Bicep

Ninja Tune

 

 

 

03

Sampha

Process

Young Turks

 

 

 

02

Jane Weaver

Modern kosmology

Fire

 

 

 

01

St. Vincent

Masseduction

Loma Vista

 

Tras regresar de un futuro sin respuestas en su álbum homónimo, y viendo que es mejor centrarse en el presente que divagar sobre extraños extraterrestres, St. Vincent muestra aquí su faceta más libre, y al mismo tiempo la más atrevida. Elige el rojo como color y, de paso, nos enseña el culo (aunque no sea el suyo). Eso sí, con ella sigue el misterio, se mantienen los enigmas, algunos sí salen a la luz y otros continúan como un secreto íntimo de alcoba. Cada disco suyo implica una pequeña revolución, tanto musical como visual, con nuevos desafíos y una meta: no decepcionar, no dejar a nadie indiferente. Desde que purgara culpas junto a David Byrne, y tras abandonar el rock más clásico justo en “Strange mercy” con esa apuesta descarada por los sintetizadores, Annie Clark se ha transformado en una fiera apuesta y peligrosa. Agudiza su sentido del humor y carga contra quienes la juzgan, suelta frases groseras como esa en la que proclama que es una motherfucker suelta en la ciudad en la más minimalista “New York”, o en “Sugarboy” dónde la sombra de Madonna está ahí, a dos milímetros de su nariz. Invita a gente que no tienen que ver los unos con los otros, a Kamasi Washington como eje de la nueva vanguardia y a Jenny Lewis porque canta como los ángeles y a ella, también le falta una tuerca, y así se retroalimentan. Imparable, visionaría, así es esta St. Vincent. Toni Castarnado

 

 

 

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