Devocionario Vol 1
Cornelius Cardew (Stockhausen sirve al imperialismo)
Comenzamos una nueva sección mensual de Francisco J López en que se recorrerá los terrenos más ignotos y vetustos de la música pop. Comenzamos con, cómo no, Cornelius Cardew. ¡Bienvenidos a Devocionario!
En 1974 la BBC encargó al compositor Cornelius Cardew, una de las figuras más destacadas de la vanguardia musical británica del momento, que diera una charla introductoria a la emisión radiofónica de "Refrain" de Stockhausen. Para horror de productores y asombro de oyentes aquella lectura acabó convirtiéndose en una fantástica diatriba contra el arte burgués y el imperialismo británico trufada de citas de Mao Zedong. Una anécdota más de un personaje que antepuso la militancia a su talento artístico.
El final del famoso texto sobre Stockhausen, además de hacernos añorar un modelo de radio pública definitivamente perdido, muestra el sentido de su alegato: "Seguramente se estarán preguntando: ¿Debo entonces apagar el receptor y no escuchar la obra para protegerme de tales ideas? Bien, sí, ciertamente no sería una mala opción. Pero en el contexto general estas ideas están demasiado extendidas para ser ignoradas. Deben ser confrontadas y su esencia comprendida. Deben someterse a una feroz crítica y adoptar una postura firme contra ellas".
Obviamente se trata de una crítica ideológica, no musical. Cardew era una de las pocas mentes pensantes de su tiempo con capacidad de entender la música que estaban haciendo las vanguardias contemporáneas porque formaba parte de ellas. No es la crítica reaccionaria del academicista anclado en el siglo XIX sino la de alguien que ha vivido la revolución sonora en marcha; que concede a las obras el valor musical que tienen pero que por razones políticas no las puede aceptar. Y es que Cardew en aquel momento era también un fervoroso miembro del Partido Comunista de Inglaterra (Marxista-Leninista), uno de tantos grupúsculos de ideología maoísta que surgieron en Europa occidental por aquellos años.
Cardew sigue al pie de la letra las palabras de Mao en el Forum de Yenan sobre Literatura y Arte cuando dijo que "si el arte no apoya la lucha por la liberación del proletariado sirve a la causa de la explotación y la opresión". Por una parte es consciente de que la música de Stockhausen (o Cage, al que mete en el mismo saco) no tiene ningún ascendiente sobre la clase trabajadora industrial (aquella cuya misión histórica es derribar a la dictadura burguesa) y por tanto no habría que dedicarle ni un minuto de análisis, pero al mismo tiempo advierte que ejerce una gran autoridad entre los músicos de su órbita, por lo que resulta necesario exponer públicamente su carácter de herramienta del capitalismo antes de que su pernicioso influjo acabe infectando a la intelligentsia marxista británica. El objetivo era liberar a una generación de jóvenes compositores de su dominación intelectual para que pudieran centrarse en los problemas de la clase trabajadora.
La crítica a Cage es más dura si cabe ya que el compositor americano se define como cercano al anarquismo, que para Cardew es una ideología inane. Ataca lo alienante de su misticismo pero al mismo tiempo, y como a regañadientes, reconoce sentir admiración por su obra musical. En el feroz análisis que hace del "Music of Change" de Cage la llama "obra maestra pianística" para añadir inmediatamente que "está anclada en el individualismo burgués y que sirve a la estabilidad de la clase dominante como arma en su lucha contra la revolución". De nuevo sigue las enseñanzas de Mao que ya advirtió de que "la característica común del arte y la literatura de la clase explotadora en la fase de decadencia es la contradicción entre su contenido político reaccionario y su forma artística".
Es llamativo el ajuste de cuentas con ambos compositores, en aquel momento en el apogeo de sus carreras, de quienes Cardew fue discípulo y colaborador en las décadas de los cincuenta y sesenta y cuyas obras contribuyó en gran medida a difundir en el Reino Unido. Quizás por algún complejo de culpa edípico, o por pura coherencia dialéctica, asume también la parte de responsabilidad que le toca en el daño causado por la música burguesa. Y ya que a ningún comisario político parecía preocuparle lo contrarrevolucionario de sus composiciones, él mismo se convierte en tribunal popular y desmonta la ideología imperialista subyacente en sus primeras obras, precisamente las más revolucionarias desde el punto de vista artístico.
"Treatise" (1963-67), inspirada lejanamente en el Tractatus de Wittgenstein, supuso una negación del serialismo imperante en aquel momento en la música europea buscando dar más libertad al intérprete a través de la improvisación. Para ello tuvo que crear una notación totalmente nueva a base de símbolos y formas geométricas que confiere a la partitura un valor pictórico añadido. Aunque "Treatise" sea posiblemente su obra más interpretada, la composición más ambiciosa de Cardew es "The Great Learning" (1968-71), una mega-cantata de nueve horas dividida en siete "párrafos" sobre textos de Confucio, lo que para un maoísta ortodoxo era todo un contumaz regodeo en el pensamiento reaccionario. Y sin embargo se trata de una obra de una modernidad extraordinaria y que incluso podría calificarse de "socialista", ya que el director cede su papel al grupo y da libertad a los intérpretes, que pueden seleccionar su propio tempo o acordarlo con los otros. Pero, claro, en plena Revolución Cultural citar al filósofo chino era mentar la bicha y Cardew renegó públicamente y en reiteradas ocasiones de su magnum opus.
La más sonada fue en 1972, cuando le ofrecieron interpretar unos fragmentos en los Proms de aquel año. Siguiendo la máxima de Mao de que "las obras de arte que no sirven a la lucha del proletariado deben ser transformadas para que lo hagan", Cardew exigió que durante la representación se exhibieran pancartas con eslóganes marxistas y citas del Gran Timonel. Los organizadores de la BBC, haciendo acopio de toda su flema británica, trataron convencerle de que frases como "La revolución no es una cena de gala sino un acto de violencia por el que una clase derroca a otra" no iban a ser bien entendidas por el público, además de desentonar con la decoración del Royal Albert Hall, y que mejor ponían una nota aclaratoria con los escrúpulos del autor en el programa de mano, como finalmente se hizo.
La dificultad de encontrar una orquesta capaz de interpretar en su totalidad obras como "The Great Learning" forzó a Cardew a crear la suya propia, la Scratch Orchestra, una agrupación de dimensiones variables dependiendo de las circunstancias y formada por compositores, músicos, estudiantes y legos en la materia. Uno de los objetivos fundacionales de este grupo, también fuertemente ideologizado, era llevar la música contemporánea a centros culturales de barrios obreros y pueblos perdidos del mapa británico, donde solían recibirla, todo hay que decirlo, con no demasiado entusiasmo. Los conflictos internos entre el sector más abiertamente marxista, en el que además de Cardew se encontraban otros conocidos músicos como Keith Rowe (compañero suyo también en la primera formación de los improvisadores AMM)o John Tilbury (quien más tarde se convertiría su biógrafo), y los considerados como "burgueses idealistas" supuso a la larga el final de la Orchestra que, aunque no llegó a disolverse oficialmente, cesó sus actividades en 1974.
Los últimos años de su vida nos muestran a un Cardew centrado sobre todo en la lucha política. Parece ser que al final se alejó del maoísmo pero para caer en el culto al líder albanés Enver Hoxha. Participaba en cualquier manifestación contra el thatcherismo, el racismo o la ocupación de Irlanda del Norte, siendo detenido por ello en varias ocasiones. Su obra musical de aquella época merece el generoso beneficio del olvido. Alejado definitivamente de la experimentación se dedica a componer canciones comprometidas en tono popular como aportación a la lucha de clases, con títulos como: "Smash the social contract" o "Song for the British Working Class".
En la madrugada del 13 de diciembre de 1981, mientras volvía a casa caminando después de asistir a un mitin, fue atropellado por un coche que se dio a la fuga. No hubo testigos y la justicia lo declaró muerte accidental, pero las extrañas circunstancias dieron pábulo a toda suerte de teorías conspirativas. Lo cierto es que hasta hoy la muerte de Cornelius Cardew sigue envuelta en el misterio. Tenía 45 años.
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Francisco J. López
Nacido en Sevilla en los sesenta, descubrió la música moderna con el rock progresivo y eso le marcó de por vida. Empezó escribiendo para fanzines y revistas locales de efímera existencia como Nueva Música. En los ochenta montó en compañía de otros la promotora de conciertos Producciones Informales, igualmente efímera. Bajo el alias de Profesor Franz colaboró durante algún tiempo en Canal Sur Radio, y con ese mismo seudónimo desarrolló una (efímera) carrera de disc-jockey. Ha escrito de música para Go Mag y Diario de Sevilla, entre otros medios. Lleva la comunicación del sello Knockturne Records y se gana la vida como profesor de universidad.